jueves, 14 de agosto de 2014

Cinco hábitos absurdos heredados y que intento quitarme



Hay algunas costumbres que se repiten de padres a hijos y asumimos sin cuestionarnos. No solo lo cogemos, sino que los transmitimos a nuestros hijos sin preguntarnos por qué.
Pero hay veces que, siendo adultos, nos da plantearnos algunas costumbres que damos por hechas. Voy a exponer algunas que me he estado cuestionando.

Ropa interior nueva para el médico

No he visto ningún médico que se fije en mis braguitas y en ningún parte de urgencias me han mortificando escribiendo sobre “braguitas con puntilla rota y desgastadas por el uso”. Prefiero reservarlo para seducir a la pareja. Eso sí, reconozco que me gusta tener la ropa interior limpia y en buen estado para disfrutarla yo.

Por si acaso engordo, adelgazo…

He librado mi armario de mucha ropa que guardaba por si engordaba, adelgazaba o tenía algún evento especial.  Es más, si alguna persona consigue su peso deseado,  le animo a que se premie comprándose unos pantalones nuevos.  Seamos realistas, si no lo has usado en el último año o dos años, es poco probable que vuelvas a hacerlo.
Eso se puede aplicar a la cantidad de porsiacasos que tenemos en casa que  no utilizamos. También me ha pasado de tirar una cosa que estaba muerta de risa y necesitarla a las tres semanas.

Llevar la casa a cuestas cuando uno va de viaje.

Ese punto lo revisaré cuando tenga niños y lleve carritos, tronas… De momento, hago experimentos para minimalizar el equipaje que llevo. Hago una lista de lo que necesito y de las actividades que vaya a realizar. En caso de apuro, hay cosas que se pueden adquirir en destino.
Planchar absolutamente todo, incluso lo que no se ve
Desde pequeña he visto a mi madre planchar mucho y darse auténticas palizas. Mi suegra llegaba a planchar hasta las toallas y los calzoncillos y tenía el equivalente al monte Everest de plancha. Tendiendo bien se ahorra mucho trabajo y es absurdo planchar lo que no se vea.  Además, con la incorporación de la mujer al mundo laboral, hay menos tiempo para las faenas domésticas, por lo que hay que delegar y asumir que no se puede hacer igual que si una persona se dedica en exclusiva.

Para las visitas

En mi casa de adulta no suelo recibir visitas, de hecho, mi grupo de amigas es más de quedar en la calle. Tampoco tengo vajilla buena ni refrescos guardados para esos menesteres. En caso de que espere a alguien o les ofrezco lo que tenga.

Por compromiso

¿Te has encontrado alguna vez en alguna BBC (Boda, Bautizo y Comunión) en que sentías que no pintabas nada? Estabas en un evento por compromiso. También he de reconocer, que no soy una persona  a la que le gusten este tipo de acontecimientos y si hay demasiada gente a mi alrededor, estoy incómoda. Si te gustan este tipo de eventos, ignora este punto.
Mis padres, en especial mi madre, me habían inculcado que había que ir a eventos (y pagar el correspondiente impuesto revolucionario) para que te “correspondieran” en tu boda. Me planteé si realmente quiero que estén esas “correspondencias” y la clase de boda que quiero.  No quiero poner en compromisos a nadie al igual que no me gusta que me pongan a mí. Además, la crisis también ha influido porque varias bodas en un año pueden desequilibrar el presupuesto a cualquiera.

Pagar rondas y/o escote

Mis amigas y yo pagamos cada una lo nuestro cuando salimos. En vez de pedir "de picoteo", cada una pide sus platos o bebidas, y cuando llega la cuenta, cada una hace las sumas de lo que ha consumido. Con mi padre tenemos el hábito de pagar cada día uno.
Lo de pagar a escote lo llevo fatal, especialmente porque hay mucho listo que pide cubatas y chuletón.El listo suele hacer su presencia en cenas con mucha gente y aprovecha el barullo para eso. Yo bebo y con un escalope tengo suficiente y no me apetece pagarlo a precio de solomillo.

2 comentarios:

  1. Me parece perfecto lo que haces con tus amigas, que cada uno se paga lo que consume, es lo que hacen en los países civilizados.

    Lo de dividir la cuenta me parece fatal. Soy vegetariano, si salgo a comer fuera con mi mujer vamos a algún restaurante vegetariano; pero a veces por trabajo o por compromisos sociales hay que ir a alguna comida y acabo comiendo huevos fritos con patatas, o una ensalada, o con suerte una pizza cuatro quesos... pero ¡me repatea tener que pagar los huevos fritos a precio de salmón noruego!

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    1. Gracias por comentar. Me he dado cuenta que cuanto más grande es el grupo, más terminamos pagando por la comida o cena.

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